6ª Etapa

14 DE AGOSTO DE 2009
PALAS DE REI – RIBADISO DE BAIXO (26 km.)

Autora: Aida Rebull

Hoy también ha habido nerviosismo por el camino y con razón, la mayoría paraba en Arzúa o Ribadiso y en ambos había pocas plazas de albergue. Otra opción era dormir en el polideportivo pero después de estar caminando varias horas no es lo que más nos apetecía a nadie. A pesar de ello hemos salido casi los últimos; nos lleva casi media hora prepararnos: entre el ungüento del tigre, las pomadas, tobilleras, esparadrapos, anti ampollas… Era de noche cuando hemos salido del albergue y aunque se ha creado un ambiente tenebroso cuando íbamos por el bosque, ha sido la mejor opción para no ver las primeras cuestas.

Hoy casi me rompo al subir una pendiente interminable. A pesar del sufrimiento, lo mejor es coger la cuesta con ganas, mirar hacía el suelo y subir, subir y no parar hasta que llegas al final; ya habrá tiempo para respirar. Los pies me han ido a 1000 desde el principio. he apretado aprieto y he adelantado a todos los que se han levantado antes que yo. Llevaré una velocidad entre 5 o 6 kilómetros a la hora cosa que no está mal para unos pies. Víctor se encarga de que no bajemos el ritmo, a vesces tengo la sensación de que quiere exprimirme las piernas. Y con esto de la velocidad, me he dado cuenta de que estamos hechos como cualquier máquina. Cuando empiezo a caminar me duele todo pero cuando cojo el ritmo, mis huesos se engrasan y los músculos están calientes, no queda tiempo para sentir el dolor porque los engranajes funcionan instintivamente sin poder parar.

Hemos llegado a Melide a la hora de almorzar y como habían previsto nuestras papilas gustativas hemos ido a probar el famoso pulpo a feira. A simple vista parece fácil depreparar pero seguro que tendrán sus trucos (como escaldar el pulpo en tres remojos). Dicen que es el mejor de toda Galicia y hemos ido a comprobarlo. Nos hemos comido muy gustosamente dos tablas con su pan y su ribeiro. Luego hemos proseguido nuestra maratón no sin antes perdernos.

Hasta Ribadiso hemos apurado tanto que hemos estado al borde de nuestra resistencia, no sé como a última hora me iban las piernas pero ahora estoy completamente dolorida. Al llegar, hemos visto que ya había mucha cola para entrar al albergue, al instante hemos puesto nuestras mochilas. Este, es un pueblo muy pequeño; su albergue es un antiguo hospital y es el más bonito de todo el camino. Es un conjunto de casas empedradas con puertas partidas por el que pasa un río de agua tan limpia como helada, que nos ha servido para relajar los pies y hacernos amigos de los italianos que por casualidad han dormido siempre cerca de nosotros los últimos dos días.

La vegetación sigue cambiando,  frondosos y acogedores los eucaliptos y los pinos crean un túnel natural de aromas. Seguro que tenemos los pulmones bien regenerados; aunque ya nos dirigimos hacia un ambiente cada vez más urbano, pisadas de asfalto; nos quedan solo 40 km. para llegar a Santiago.

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